En qué punto de desgaste se encuentra la representatividad de la dirigencia política y la ciudadanía? Al decir de Rousseau, en su obra El Contrato Social, donde justamente el Estado ha sido instituído en virtud de ese contrato, hasta que punto es cumplido por los representantes?
Nos encontramos ante un punto de inflexión que puede marcar un antes y un después en la forma de organización político-administrativa en la Argentina?
Muchos interrogantes y muy pocas respuestas. 40 años han pasado desde la vuelta de la democracia donde un reputado dirigente y ex dignatario de nuestro país afirmara que "con la democracia se come, se educa y se cura". Pués, varias décadas después de esa sentencia, existe un vasto sector de la población que no come, no se educa ni se cura, en un número que supera holgadamente el 50%, guarismos preocupantes si nos preciamos de ser un país con todas las de la ley.
Muchos dirán que Alfonsín, otros que Menem y De la Rúa, otros que los Kirchner, otros que Cambiemos y otros que Milei, lo cierto es que nadie recoje el guante, y las necesidades se multiplican por doquier, casi a la misma velocidad que los negocios pocos claros que surgen bajo el paragüas del Estado.
Algunos dirigentes ahora ensayan fórmulas de austeridad y transparencia, aunque son bien conocidos en su desempeño no muy claro a lo largo de su trayectoria, bien podríamos decir que se visten con el traje que la hora histórica demanda pero......realmente representan lo que esta sociedad del siglo XXI requiere? O es simplemente un maquillaje que pretende asegurar la continuidad de la misma clase dirigente desde hace más de 50 años?
Atenta deberá estar la sociedad si esta vez no quiere quedar fuera de las decisiones que se toman, sin su permiso, sobre su futuro y el de sus hijos, a quienes el país expulsa a un ritmo preocupante, que ha disminuido su velocidad de expulsión debido a la agudización de una crisis que viene forjándose hace muchos años.
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